lunes, 27 de octubre de 2008

Cosas que nunca se deslavan

Como mi lunar en la mano.
El recuerdo (o mejor dicho, la idea del recuerdo) de la mujer gris que saludaba cuando llevábamos nuestro viejo datsun café en el eje central.
La ´mujer filipina a la que nunca podré contactar por que perdí su tarjeta. Y que quisiera por todos los medios que supiera que sé que nuestras historias son iguales.
Mi cuadro morelense.
Esa canción sin letras que me fascinaba en las noches de 17 años. (turuuuuuru, tururú tururú rurú)
El sentimiento de ver a León con mis ojos de calenturienta chamaca de 12 años al ritmo de una rolucha dance en una fiesta dizque de niños grandes.
Ese niño de la calle.
Los gatitos, perritos y animales que he tocado en la calle y se esfuman de mis manos.
Blanqueso.
Cuentos rusos populares en caricatura.
El deseo de ver cumplidas las promesas de los chicos tontos que han querido estar conmigo.
El deseo de escuchar promesas de chicos tontos que no han querido estar conmigo.
La canción de soledad de perla jamón.
El deseo de hacerlo con mi música favorita.
Todos los deseos de historias que se esfuman cuando abres la boca. O tocas a alguien.
O cuando las historias se cumplen.
La nostalgia nunca se deslava... es como deslavante, más bien
Hace que olvides las malas cosas. Los malos ratos. Como dicen mis amados Kings " todo se ve mejor desde la lejanía de la distancia del tiempo"
Mi insomnio.



Ahora que lo pienso, creo que mi lunar estaba más marcado hace unos años...

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