jueves, 18 de septiembre de 2008

No sé qué pasó

De repente no entendí nada, era una bola de humo saliendo del cigarrillo de todos. Lloramos, entendimos. Nos fuimos.
Y aquí estoy, despierta recordando que aquél oye, sabiendo que yo huelo.
Y huelo en el aire un lago de flores grises en el agua azul (o era al revés)
Que aunque esos botones solo florezcan una semana del año, es la semana más rosa y naranja de todas.
Que cada momento pequeño importa. Y ese momento debe saber que es importante.
Que soy sofisticada. Me lo dijo alguien que no comprende mi naquez infinita e inquebrantable.
Que soy una berrinchuda y espero que mis pucheros se escuchen hasta el otro lado del globo ocular que rinde espacio.
Por favor, no aquí...
¿Por qué? No aquí.
No puedo soportar este silencio poblado de sus palabras por más tiempo. Y no podría soportar música menos, a riesgo de que la odie o que vuelva a salar el terciopelo de mi ser. Solo quería beber esas lágrimas. Quería no llorar para abrasar mi alma. Pero la pólvora estaba muy mojada de tristeza infinita, que acabará en unos meses.
Yo no podía parar ese tren con mi presencia. Y dejé que me destrozara.
Pero soy felíz por dentro, porque nada me falta, y nada faltó en ese momento. No faltó nada.
Bueno, sí faltó. Faltó que me matara, para acabar con mi miseria. Es una miseria alegre que se sostiene de una esperanza, agarrada de un alfiler al pelo de la mítica rana calva.
No llores, por favor, por favor. No aqui.

1 comentario:

Anónimo dijo...

como la mitad del tiempo, no entendí nada :S

Besos conejiux