lunes, 1 de septiembre de 2008

Gráfico

Me deleito en tu desnudez perfecta, amor mío. La forma en que me miras desde la cama. Las líneas perfectas de tu rostro imperturbable, segundos antes de arrancarte el aliento a besos. Tu belleza recostada sobre tu larga humanidad, y la enorme herencia de tu padre, como diría un árabe ocioso de un cuento miliunnochianos.
No puedo dejar de verte, así como no puedo dejar de amarte ni un solo instante, pues si pierdo ese instante mirando algo más, o amando otro ser, será un instante menos del infinito placer que es perderme en tu insondabilidad. Debo ser cuidadosa con mi propia finitud. Comparada contigo, sólo soy una mariposa en el aire, contemplando la belleza eterna de las flores del járdín de las huríes.
Bien dicen que el dolor más grande es la pena de amor. Es infinito hasta que termina.
Y mi dolor de amor por ti es incababable, es un deseo nunca satisfecho. Cada vez que te tengo, te deseo diez veces más. Y sólo por saciar la décima parte de la siguiente necesidad, soy capaz de sacrificarme, a sabiendas de que terminaré con una deuda elevada a la millonésima potencia de lo que comenzó.
Todo lo que digo encima de mi cabeza, podría reducirse a un escueto "te amo" en la puerta de mi casa cuando nos despedimos. Eso es lo que tu ves.

Pero en cuanto cierro la puerta, debo encerrar mi deseo en algún lado. Mi deseo es tan grande que creo que algún día moriré de amor por tí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué cosa más bella mi chip chips!!!

ti amo =D